Bosco: “Lo que nos sobra en este tiempo es pensar. Estamos en la era de sentir»
Si te emboscan ya no sales. Y no porque el bosque sea demasiado espeso, o porque los caminos saeteen de un manera laberíntica. No, Bosco te atrapa como en un sueño dulce, hipnótico, del que es difícil salir porque allí ya no se piensa: se siente y se vive a flor de piel. Nos reunimos en El Quirófano con el grupo y los actores que, el próximo sábado, en el Auditorio Víctor Villegas (21.30 horas), interpretarán El Circo de las Delicias, una suerte multidisciplinar de arte que no deja a nadie indiferente. Comenzamos con dos actores y una voz (Valente Seisdedos, Iván Hermes y Esther Eulalia), ingredientes indispensables en el Circo. Con ellos hablamos de los caminos que llegan a Bosco, de la importancia que tiene la amistad y la perseverancia en los proyectos. Ellos hacen el pasillo a David Moretti y a Jesús Fictoria, que nos terminan de adentrar en el bosque para no volver a salir jamás.
(N. del R: la terraza de El Quirófano, una mesa, cuatro sillas; Valente, Iván y Esther; el atardecer y el azahar martilleando nuestras papilas olfativas, dan comienzo a esta conversación)
¿Cuál es el camino que os ha llevado a trabajar en Bosco?
Valente Seisdedos (V.S): Vivía en Vigo, y un buen día aparecieron una serie de personajes, aderezados con una música. Me los presentaron y me dijeron que ellos querían tomar una queimada. Y a mí me cayeron bien, entonces decidí que me iba con ellos a hacer unos conciertos por la zona. Al final hicimos uno, pero la idea era llegar hasta Lisboa, pero me apretaba el trabajo. Pasó el tiempo, unos dos años, y volvimos a contactar. Ellos decidieron adentrarse un poco más en el bosque, conocer al Druida (N. del R: su papel en ‘El Circo de las Delicias’) que les había preparado esa pócima milagrosa, y aquí estoy, otra vez, disfrutando de esta huerta maravillosa y de esta gente.
Esther Eulalia (E.S): Yo estaba emboscada en los comienzos de Bosco, formando parte de ese proyecto que venía de diferentes estilos musicales. Yo he seguido un camino musical por mi parte, y al ser hermana de uno de los integrantes, siempre hemos estado unidos. Les he acompañado en algunos conciertos, haciendo acompañamiento vocal. Actúo por primera vez en el Circo, y tengo muchas ganas de saber lo que es (risas).
Ivan Hermes (I.H): Vine a Murcia a grabar un corto, y los tipos de Sonido eran muy raros. Eran David Moretti y José Perelló. Me cayeron muy bien, porque no se limitaban solo a sus quehaceres. Tenían que grabar el sonido, pero terminaron metiendo efectos especiales. Me dieron un CD y estuve meses escuchándolo en el coche y me hice súper fan, me sabía todos los temas, estaba encantado. De repente, no sé cómo, me invitaron a Ibiza y yo estaba haciendo en esos momentos un montaje de Teatro en el que personificaba a un Fauno. Ellos dijeron: “trae la máscara a Ibiza y te emboscamos”. Me dejé emboscar e hicimos cinco o seis bolos. Además, tengo una flauta, y me dieron la oportunidad de tocar con el grupo.
A muchas personas les pregunto que me definan a Bosco, y nadie me da la misma definición. ¿Quiero saber la vuestra?
V.S: No tienen ningún estilo. Quizás, un batiburrillo de canciones con un mismo hilo, que es el bosque y todo lo que gira alrededor de él, como la magia. Yo lo veo así, porque aúna muchos estilos: reggae, psicodelia… Si tuviera que quedarme con uno diría psicodelia.
E.U: Para mí es un mundo donde te sientes un poco emboscado, y donde todo lo que tú hagas también entra. Tú puedes crear tu propio personaje y estar dentro. Es algo muy abierto.
I.H: A la vez, tiene algo de ritual sagrado, en honor a los ritos dionisiacos. Es una fiesta, un disfrute, celebrar la vida, que antiguamente era un acto sagrado y poco a poco se ha ido contaminando. Eso es lo que es Bosco: una celebración de la vida, de la naturaleza y de la música.
¿Qué diríais a alguien que no ha escuchado nunca a Bosco para que vaya mañana a veros?
V.S: Lo tengo claro: ¡Venid, insensatos!
I.H: Les diría que vinieran a verlo porque es irrepetible, como esos guisos que haces en tu casa cuando te quedan pocas cosas en la nevera, que parecen una puta obra de arte y sabes que no vas a volver a repetir. El concierto de mañana es lo mismo: algo que nunca se ha hecho igual, y que seguramente no volverá a hacerse igual. Van a ver algo único, lo efímero del arte, de todo.
(N. del R: como si estuviera guionizado, terminaba Iván de hablar cuando David Moretti y Jesús Fictoria aparecían en la terraza en la que estábamos conversando)
David, leía definiciones de Bosco como “sinfonía narrativa de corte mediterráneo”, “nueva sonoridad”. ¿Qué es Bosco para Bosco?
David Moretti (D.M): Esas definiciones las hizo Manuel Luna. Somos una banda de rock’n’roll, de las de toda la vida, que está acompañada de una gente maravillosa alrededor, gente creativa, que se han ido sumando porque los invitábamos o porque la puerta estaba abierta y aparecían. Así se ha ido haciendo más grande, más barroco el asunto. Pero al principio, rock’n’roll.
No hay un estilo musical en el que etiquetar a Bosco. Valente hablaba de la psicodelia… ¿Pero el grupo nace pensando en aunar todos esos palos?
D.M: No, qué va. Nace de la comunión espontánea que surgió del conocimiento entre amigos, entre músicos que se juntaban para crear, para improvisar; de esas improvisaciones surgieron algunas de las canciones más exitosas del grupo. Precisamente por eso, porque eran de todos. Hay algunas que son de Jesús, otras que son mías, pero que no tienen una partida de género desde la que empezar, desde la que fluir. Son esas canciones que fluyen las que son más difícil de clasificar, las que aparecen de la espontaneidad.
Hablamos de muchos estilos musicales pero también sois multidisciplinares artísticamente: teatro, poesía, música… ¿Tampoco estaba premeditado?
D.M: No. La única idea era juntarnos para tocar, y en esas improvisaciones, en las primeras que hicimos, cada uno de nosotros nos llevábamos nuestros instrumentos. Entre los míos, había un par de libros de poesía, y cuando no tocaba, me ponía efectos en el micro e improvisaba la melodía sobre esos poemas. O, simplemente, decía alguna parrafada. Así surgió; luego, se hizo real en conciertos.
¿Qué es emboscarse?
D.M: La emboscada partió de una historia que hicimos en Los Pájaros, en una de esas sesiones de improvisación, de performance, donde poníamos música a una exposición de fotografía o algún evento. Como era en un bosque, lo llamábamos “emboscada musical”, y a partir de ahí, comenzamos a llamarlo así porque cada vez se emboscaba una persona diferente, o hacíamos que apareciese una persona diferente. Por ejemplo, en Galicia, donde de repente aparecía un hombre con barba y cara seria (N. del R: refiriéndose a Valente).
¿En qué momento veis que Bosco, cada vez, va a suponer emboscar a gente como Valente, Esther o Iván?
Jesús Fictoria (J.F): Recuerdo que nacimos en el año del 15M (2011), en esa primavera, y había un espíritu aglutinador, en el que todo el que aparecía y se sentía parte del bosque, entraba en el bosque. Los músicos eran los que eran, pero cada vez aparecían más personajes que daban color a esa música. Han habido grandes emboscados.
D.M: En Galicia, por ejemplo, en un momento subió un hombre con un acordeón, otro con un tambor, un violinista… Hay un vínculo que sientes, de amistad, con esa persona, como en el caso de Valente o Iván, que es amor a primera vista fraternal y artístico. Cuando vi a Iván saliendo con una máscara de Fauno en una obra de teatro, supe que había algo. Meses después nos íbamos a Ibiza, y él era uno más del grupo.
Una de las cosas que más me gusta de vosotros es que sois originales, no sé si os gusta esa palabra…
J.F: No mucho, es una palabra manida. Únicos suena mejor. Cada uno de nosotros es único, y mostramos una cosa que tiene fuerza y unidad, que tiene más presencia. Estamos en un momento en el que las emboscadas se han cristalizado tanto que no sabemos si estamos ante un fin de ciclo. Quizás aparecerán más, pero no es ilimitado, algún momento tendrá que terminar.
D.M: Original… Original es una buena palabra, porque ya está todo inventado.
I.H: El problema, muchas veces, es que el árbol no te deja ver el Bosco. Si te pones a definirlo demasiado, pierde la magia.
D.M: Psicodelia renacentista de los bosques (risas). Parece que se necesitan etiquetas, saber de quién eres para ubicarte. Es una pena, porque no creo que cuando Jimmy Hendrix empezó le preguntaran: ¿tú que haces?. Todo se ha ido diseccionando, también por el análisis de los medios y la crítica. Pero al final, es música popular.
Para el proceso creativo, ¿es mejor no estar etiquetado?
D.M: Sí, así tienes más libertad.
La Arboleja e Ibiza, ¿qué suponen para Bosco estos dos sitios?
D.M: Naturaleza, pero para Bosco significa nuestro nacimiento. En La Arboleja porque es donde empezamos a hacer crecer el proyecto. Yo me vine aquí a vivir a una casa que habíamos alquilado para el proyecto musical, para hacer un estudio.
I.H: Y una noche…
D.M: Apareció la magia. Una lechuza se metió en la casa. Pero antes, en una de mis misiones titánicas, dije de hacer una reproducción de algunas partes de El Jardín de las Delicias en la casa. Éstos me miraban como me miran cada vez que empiezo a hacer algo de Bosco (risas). A Juande Mestre, su hermana le regaló un calendario de El Bosco, y en el mes de septiembre había una lechuza comiéndose a unos músicos. La noche del 31 de agosto al 1 de septiembre, nos despierta Juande de madrugada y nos dice que hay una lechuza en el estudio. Luego, cuando a las semanas tuvimos que ponerle nombre al proyecto, Bosco no aparecía por ningún sitio y de repente nos vino la inspiración. El tema animal, la psicodelia.
En cuanto a Ibiza, sabíamos que era el reducto de los hippies, pero pensábamos que se había convertido en chunda-chunda. Descubrimos que aún había un sector muy creativo, que nos acogió genial. ¡Y nos encontramos una lechuza también el primer día!
¿Por qué El jardín de las delicias como leitmotiv?
D.M: Me encantaba El Bosco, por la simbología, la alquimia, el sexo, el amor, la muerte… Nos hizo gracia que nos viniera genial, con esos seres polimórficos como las canciones, que en un momento son reggae y luego otra cosa. Lo que hablamos en la canciones: el amor, el dolor, la magia… Al final casa muy bien con nosotros, tanto el pintor como el cuadro en sí. El Circo de las Delicias es hacer un guiño al cuadro y a lo circense, a ese sentido de algarabía.
J.F: Al principio, el espectáculo no tenía nombre. Habíamos pensado en Espírito, pero al día siguiente llegamos con lo de El Circo de las Delicias, alguien llegó con la analogía rápida. Era un poco ladronzuelo, tener tan fácil un nombre, pero salió así.
D.M: Al final es un circo en el que luchan las fuerzas de la naturaleza contra las de la civilización o el raciocinio, que también es la temática de alguna de las canciones.
¿Qué queréis que piense el espectador cuando el sábado se vaya a la cama tras ver El Circo de las Delicias?
I.H: No es de pensar. Estamos en la era de sentir, se trata de sentir. No del Yo sé, sino del Yo siento.
E.U: Que se sienta partícipe de una ceremonia, que desarrolle lo que tenga que desarrollar en su interior.
D.M: El hecho de que se vaya sin pensar, o limpio, es el punto que tiene de ritual, de ceremonia, de intención sin que exista esa intención. Mucha gente nos ha contado qué ha sentido después, que conecta con el punto de teatro antiguo. Mañana queremos hacerlo de una manera más explícita. Lo que nos sobra en esta época es pensar. Si salen de ahí formateados, más ligeros, mejor.
¿Habéis vivido la experiencia del crowfunding? ¿Cómo ha sido?
D.M: Y la seguimos viviendo. Terminamos la recaudación, pero no hemos terminado de repartir las recompensas. Está muy bien, es una herramienta maravillosa, pero es un currazo… El año pasado fue tenso, porque tienes que presentar el proyecto, resumirlo, hacer un video, darle promoción… Es como cuando tienes que hacer un concierto, pero con un límite y con prisa. Es una responsabilidad, porque tienes que controlar bien los gastos, y es un equilibrio delicado.
Ahora se ve una escena musical murciana muy potente.
D.M: Creo que somos también fruto de la coyuntura histórica. Ahora, en Murcia, hay una cantidad de creatividad y de proyectos que tienen ese punto de originalidad y de autenticidad… No pasaba hace unos años, donde todo era igual. De repente, ves a nuevas generaciones haciendo grandes cosas y al público respondiendo. Encima, somos fans unas bandas de las otras, y amigos, cosa que creo que no pasaba antes. Hay que aprovecharlo e incentivarlo. Es curioso que haya tenido que venir Radio3 para hacer una fiesta de la música de Murcia y juntarnos a todas las bandas.
Hay gente que está haciendo mucho por la música murciana, como Claudia y Toni de SonBuenos, que están empujando a esas nuevas generaciones.
D.M: Su labor ha sido clave. Se inventaron el BigUp! Murcia, con unos congresos únicos en España, de los que cualquier ciudad tendría envidia. Y falta todavía más gente haciendo eso.
Este año estamos viendo que el SOS 4.8 trae a muchas bandas murcianas, cosa que antes no hacía. ¿Crees que están cambiando las cosas desde las altas esferas?
D.M: No lo creo. Está empezando a cambiar, pero al rebufo de lo que sucede. Claro, si viene Radio3 a decirte que en Murcia hay talento, entonces sale el político de turno a ver si le da tiempo a apuntarse el tanto. Claudia ha hecho mucha presión para que en el SOS 4.8 haya un cupo de grupos murcianos, en un festival en el que se gastan millones de euros. De momento es prehistórico el tratamiento a la música y a las creaciones del lugar, por lo menos aquí en Murcia.
Con Nunatak tenéis el nexo de unión de la naturaleza, ¿alguna colaboración a la vista?
D.M: De momento compartimos trompetista (risas). Sería genial, claro. Igual que sucedió con Raúl Frutos… De hecho, con Nunatak ya sucedió. En el primer concierto suyo que vi, que fue en una huerta, que se llamaba Nanofest, hicimos una hoguera al final y estuvimos improvisando. Nos entendimos de puta madre. Hay una misma intención musical.
¿Hacia dónde se adentra el bosque? ¿Cuáles son los proyectos futuros?
D.M: (piensa) Estamos hablando de que queremos cerrar ciclo, y estamos focalizados en ello. Hay canciones nuevas, que van saliendo, y que vamos tocando en algunos conciertos. No hay nada definido. Cuando saquemos el vinilo igual empezamos a pensar qué pasa.
E.U: Un buen proyecto es hacer conciertos.
D.M: Claro, eso sería lo ideal. De momento, con ese trabajo hecho, queremos que el trabajo se de a conocer más y se distribuya. Porque hablamos de Ibiza y de Murcia, pero no podemos hablar de más, y hay más ciudades para emboscar. En Florencia estuvimos y emboscamos muy bien, pero está muy lejos. Aquí hay sitios más cerca donde tirar semillas.
Entrevista: David Cano
Fotografía: Elena Merino
Lugar: El Quirófano (Carril de los Chornos 112, Murcia)