Belén Conesa (La Postiza): “No me gustan nada aquellos que se dedican a hacer un arte político incoherente consigo mismos”
“No sería una buena fiesta sin que acuda la poli, ¿no crees?”. Así conozco a Belén Conesa –directora de La Postiza– despidiendo con delicadeza a los dos oficiales de uniforme que han irrumpido en la inauguración de la residencia para artistas internacionales y centro de arte contemporáneo situado en plena huerta murciana –La Cueva de Monteagudo-. Con una exposición colectiva de artistas murcianos en la casa que alojará a extranjeros, La Postiza juega en su apertura a lo que no es. La psicodelia del grupo El bueno, el feo y el Mena comparte escenario con el repicar de las postizas de la peña huertana de la zona. Las majorettes locales agitan sus bastones metálicos al ritmo disco de los Village People. Anochece. Los montes de apariencia kárstica detrás de los limoneros resultan ser minas abandonadas. El mural de Eme con la fotografía de Marisa Coronel de una vieja con una bata de forro polar azul y gafas de sol se convierte en un espontáneo photocall huertano. Pero hay algo que no es nada fake en este espacio y es Belén. Su audacia, en particular. Su imaginación.
¿Cómo surge el nombre de La Postiza?
El nombre surgió porque siempre he estado obsesionada con la idea de que aquí en Murcia el que es moderno solamente se interesa por las cosas modernas y el tradicional piensa que lo contemporáneo es basura, o hasta hace muy poco era así. Para mí era muy importante que el proyecto de La Postiza englobara ambos conceptos porque soy de la idea de que lo contemporáneo no puede existir sin todo lo que hay detrás. Las postizas son las castañuelas nuestras de toda la vida, un tipo más pequeño. Mi padre las tocaba muy bien, así que tenía un componente tradicional, uno afectivo y luego el punto de lo que significa postizo, que es algo muy contemporáneo. La pérdida de una cierta esencia. Hay mucha pose, mucho plástico. Nos parecía rotundo, sencillo, con una zeta muy española.
¿Y este proyecto tan singular?
El proyecto surgió hace tres años. Cuando vivía en Londres hice un máster de industrias creativas y culturales y estaba en un punto en el que sabía que no quería seguir diseñando. Fui primero directora de arte en Madrid para una agencia de publicidad, pero luego cuando nació Claudia, mi hija, decidimos volvernos a Murcia. Monté un estudio de diseño durante tres años y me pilló la época del boom inmobiliario. Cuando haces un trabajo muy vocacional y ves que te estás prostituyendo te sientes fatal. Llegó un punto en el que no me sentía cómoda y me quedé de freelance con dos clientes buenos y cerré el estudio. En ese tiempo me replanteé todo, empecé a estudiar Bellas Artes, fue una época de cataclismo absoluto. Estudié este máster de industrias creativas y culturales en Londres y desarrollé un trabajo sobre la Murcia cultural de los últimos años. Me parecía que había un caldo de cultivo en la cultura murciana que había que estudiar con el surgimiento de diversas asociaciones culturales alternativas y una política cultural diferente. Entrevisté a galeristas, comisarios, pintores y hasta al consejero de Cultura de entonces, Pedro Alberto Cruz (PAC). Mis conclusiones fueron que Murcia estaba cambiando mucho, que el legado PAC no era ni tan horrible ni tan maravilloso como se decía: tenía una visión diferente con respecto a la mayoritaria en Murcia en cuanto a proyección exterior –eso fue positivo- pero también fue un mal gestor y quería figurar demasiado. Fue demasiado rápido y para llegar al punto receptivo que él buscaba en el público tiene que ocurrir antes lo que está pasando ahora de manera natural, que surjan iniciativas espontáneas de manera independiente.
Otras conclusiones fueron tristemente que Murcia estaba a la cola de casi todo lo cultural, por ejemplo en los viajes de turismo cultural, en lectura, en interés por el arte contemporáneo. PAC había querido traer una oferta muy elevada y mucha gente no estaba preparada para ello. Acababa de empezar la crisis, pero, precisamente como pasa en estas épocas, empezaron a surgir procesos creativos potentes desde abajo.
En el máster me dijeron que tenía que hacer un plan de negocios como trabajo final y de ahí nació la idea. Pensé automáticamente en residencias artísticas y hasta aquí. Para mí es fundamental el componente urbano, estar de algún modo en la ciudad, aunque tuviera una parte rural representativa de Murcia donde estar tranquilos para trabajar. Eso sí, con un acceso al centro fácil tanto en autobús como en bici. Vamos a poner bicicletas para que los artistas tengan autonomía de movimiento y, en general, los extranjeros asumen las distancias con más facilidad. El mundo de los artistas ha crecido muchísimo en los últimos años y necesitan de experiencias para nutrirse. Pero había que empezar por algún lado y me parecía que la huerta tenía mucha más solera. He conocido a mi vecina neoyorquina en La Cueva y le parece que esa parte de Murcia es autentiquísima.
¿Esperas que se produzca un intercambio artístico transcultural?
La idea es que vengan artistas de fuera, pero por supuesto también quiero apoyar lo local. Hoy por hoy necesito cobrar porque no hay becas. Si pones en marcha algo de este tipo de forma independiente tienes que cobrar, aunque puedas obtener, si eres afortunado, ayudas más adelante. Existe la posibilidad de que los artistas paguen su residencia de forma total o parcial dando talleres y cursos. Es una organización sin ánimo de lucro, así que se cubrirán gastos, pero todo lo demás se reinvierte y la idea es que vaya a más. Los artistas locales no van a estar dispuestos a pagar por un alojamiento, pero estoy encantada de que se planteen ir a trabajar y compartir espacio en La Postiza. Espero que los artistas foráneos impulsen a los de aquí, que sea un aliciente más para crear tejido. Sería de forma modesta porque al principio son estancias de tres meses para cuatro personas [la primera estancia comenzará en septiembre]. Pero esas cuatro personas pueden generar movimiento, dar talleres en inglés, ofrecer días de estudio abierto para los estudiantes de Bellas Artes y también organizar encuentros entre los artistas locales y los extranjeros porque muchas veces surgen sinergias interesantes.
La convocatoria para los artistas de esta primera residencia va a estar enfocada en el nuevo experimentalismo. ¿Por qué?
Se trata de la primera residencia, así que para nosotros también será un programa piloto. Me gustaba la idea de plantear el concepto ensayo/error, donde se suele hacer algo más pequeño que el resultado final y los logros son tan importantes como los fracasos. La idea es que en la exposición no se muestre el resultado último, sino todas las fases de creación o incluso tan sólo el proceso.
¿Cómo ves el mundo de las artes plásticas en general y en Murcia en particular?
El mundo de la producción de arte se ha incrementado de una forma brutal en los últimos años porque hay muchísimos jóvenes produciendo. Hay múltiples maneras de acercarse al arte e incluso artistas muy criticados, como los más comerciales, me hacen pensar que tienen un papel importante también porque la sociedad actual es puro marketing y ellos lo reflejan. Me interesa muchísimo el arte político y el social, pero el arte político de verdad. Por ejemplo, no me gustan nada quienes se dedican a hacer un arte político incoherente consigo mismos. La crítica es una ventana al mundo. No sé hasta qué punto se consigue algo, pero al menos el arte puede servir para iniciar un diálogo. En un momento dado tú ves algo que te hace reflexionar y eso es mucho.
A pesar de que Murcia es cada vez más abierta y la gente sale más, todavía hay mucha necesidad de reflexión y apertura al mundo. Si no has formado parte de la sociedad murciana desde que eres un crío y te incorporas más adelante, cuesta mucho conseguir una integración completa y que te valoren sin prejuicios. El prejuicio está aquí en letras mayúsculas. Muchas personas se quedan con una primera impresión como si hablas fino o no, cómo vas vestido o dónde vives. Y ya te hacen la ficha. Personalmente no lo he sentido de forma directa, pero lo he visto muchas veces a mi alrededor.
En el mundo artístico murciano creo que está surgiendo un germen con mucha fuerza que va a dar lugar a algo bueno en un plazo medio de tiempo. Lo que pasa es que todavía no están las bases asentadas para que se desarrolle de una manera interesante y pueda ser valorado a nivel nacional. Falta pulir y poner en valor lo que tenemos porque el murciano es muy de tirar por tierra lo suyo, de hacerse de menos y hay gente con mucho talento. La gente arranca, pero se para porque no existen los medios de ir más allá. No hay iniciativa ni tejido serio para despegar y hace falta que ese proceso sea sólido. Nosotros estamos en la primera fase de producción, pero luego hay que lanzar a esos artistas, promocionarlos, hacer que salgan fuera y lograr que sean respetados.
¿Cómo ves la presencia de mujeres en el arte?
Me considero una feminista saludable. Hay mujeres que están haciendo cosas interesantísimas y creo que hay que apoyarlas especialmente cuando hay talento porque en muchos casos tienen más dificultades que los hombres tanto para desarrollar su carrera como para llegar a ser plenamente respetadas. Por ejemplo, en mi caso tendré en cuenta a la hora de la admisión en la residencia que las artistas madres puedan venir con sus hijos. Es una manera de ponerlo más fácil. Soy muy fan de artistas rompedores que han estado durante años en la sombra, como la francesa Louise Bourgeois.
¿De dónde sacas el coraje para desarrollar este proyecto?
Básicamente de la ilusión que me hace ponerlo en marcha. No quería volver al mundo del diseño porque si no para qué había avanzado tanto y realmente lo de la residencia me interesaba mucho, el problema era el dinero. Solicité ayudas, pero cuanto más pequeño eres, más difícil lo tienes. Así que empleé mis ahorros. Me he tirado de albañil mucho tiempo arreglando la casa, con amigos y con Juanfran, mi chico, además de pagando el alquiler. Lo tengo que intentar porque esto es mi vocación: auténtico y genuino amor al arte.
¿Se te ha hecho dura la vuelta a Murcia?
Realmente no. Murcia es estupenda. Si buscas las herramientas, uno puede ser feliz en casi cualquier lugar con la gente adecuada alrededor. El sitio más bonito del mundo puede ser horrible y, en cambio, tener un recuerdo maravilloso de un lugar inhóspito. A mí todo se me ha ido dando bastante bien. No sé si es por la crisis, pero he recibido un apoyo increíble de mucha gente que no me esperaba. Cada uno ha hecho lo que ha podido: desde ayudarme con las obras de la casa, hasta los muebles, la difusión y los contactos. Ves que es posible.
Eres una persona muy polifacética: gestora cultural, escritora, bloguera, diseñadora, fotógrafa, ¿con qué faceta te identificas más?
Yo lo que más me siento es mente pensante, soy una persona creativa. Es lo que tienen en común todas esas facetas. Me gusta llevar a cabo ideas nuevas y poner cosas en marcha, especialmente cualquier cosa que tenga que ver con el mundo del arte y de la cultura. Ahora hago de todo: el diseño, la fotografía, la gestión… No podría haber llegado aquí si no hubiera pasado por todo lo demás. Soy una especie de caos mental, por eso la residencia es un proyecto que me apasiona porque me permite estar en el meollo de muchas cosas. Es fundamental para mí, y luego eso me alimenta para escribir y para otras cosas. Es mi motor.
Entrevista: Elisa Reche
Fotografía: Elena Merino
Lugar: Pequeña Miss Cupcake, Calle Victorio, 28, Murcia
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Es inere sante que en Murcia se desarrolle este tipo de actividades.Ahora hay que darleproyeccion para que tenga el exito que merece