Javier Castro Flórez (Micromegas): “El arte, cuando es bueno, no solo te hace más inteligente, sino también mejor persona”
Si la Literatura es tu forma de vida, y no puedes conciliar el sueño sin haber leído una página, al menos, de la novela que tienes en tu mesilla de noche, entonces deberías conocer a Javier Castro Flórez. Parece que los genes de esos dos apellidos llevan una extensión natural a la cultura. Javier es el responsable del departamento de Arte y Acción en el Centro Párraga. No se queda ahí. Junto a Marisol Salanova, ha tenido las agallas de enfundarse los guantes del mundo literario y ha creado, entre crochets y directos, Micromegas, editorial afincada en Murcia que cuida y mima los ensayos sobre arte contemporáneo. La entrevista empieza en su casa, una morada blanca cuyas paredes están forradas de libros. Pero pronto se hace necesario un café y nos movemos. En su casa, mientras las historias de papel hablan, comienza la charla.
Hay que estar un poco loco para embarcarse en una aventura editorial, en 2012, tal y como están las cosas, ¿no?
No. Cuando empezamos, a Marisol y mí nos cabreaba mucho ese anuncio que decía: “¡Hay que investigar!”, y salían muchas personas con bata blanca, abogando por apostar por la ciencia, y la ciencia va de puta madre. La crisis no es porque no funcionen los Ipad, la crisis se crea porque las humanidades han caído, y el modelo de sociedad y el humanista, se ha evaporado. Lo que hace falta para salir de la crisis son las cosas más frikis que puedas imaginar: más latín y más ensayo, más pensamiento. Y eso es lo que hicimos: pensar y afinar más.
¿Cómo nace la idea de Micromegas?
Nace porque vimos que era el momento: no teníamos un duro, era el peor contexto, y dijimos: “éste es el momento”. A veces esperamos a que llegue el momento indicado y no llega nunca. Como no te metas a fondo en tus sueños en el momento más extraño, nunca lo vas a hacer. Los sueños no llegan por autopista, y la editorial tiene una parte de eso, de hacer, de soñar, de disfrutar. Para la edición de algún libro hemos tenido que pedir un préstamo, pero teníamos la necesidad de crear Micromegas.
Os definís como una editorial que contribuye a la cultura, para estimular pensamientos y reflexiones.
Sí, es lo que te contaba antes. Existe un ensayo superficial, que es lo que está haciendo Internet con nuestras mentes. Estamos entrando en cierta planitud de pensamientos, en cierta simplificación de todas las cosas. Lo importante del ensayo es que no te contesta a ninguna pregunta, sino que cuando lees un ensayo bueno sales con más dudas que con las que entraste. Por ejemplo, yo soy muy fanático de lecturas sobre el Holocausto y los nazis, y tengo ahora la sensación de que entiendo menos que cuando me leí los 400 libros que me habré leído sobre el tema. Las personas, en realidad, queremos construir preguntas, no encontrar respuestas, pero la gente no se pregunta a fondo; no con preguntas de sí o no, sino con dos horas de síes y noes.
Quizás porque la sociedad se ha convertido en conformista, ¿no?
Claro. Ahora dicen que quieren acortar Twitter, ¡si son 140 caracteres solamente! Nosotros, desde Micromegas, queremos que la gente se tome su tiempo para leer el libro. Hemos querido que sean libros legibles, que no sean ladrillos teóricos. Queremos libros razonables, que en una o dos tardes puedas terminarlo.
El género en España cuanta con lecturas microscópicas, ¿qué se puede hacer para que esté a la altura de otros géneros?
Creo que las estadísticas están en un 0.7% de los lectores. Eso a nosotros nos da igual, sabemos que determinadas inquietudes nunca van a ser generalizadas. Bueno, si un día salimos a la calle y todo el mundo está leyendo nuestros libros, nos daría hasta miedo, pero sí creemos que hay un núcleo de personas a las que nuestros temas les interesan. Somos minoritarios porque el ensayo es minoritario, pero por otra parte, tocamos arte contemporáneo, y esto es fundamental: desde la Edad Media el arte ha representado lo que somos, nuestros símbolos. Es un campo muy específico, pero que a la vez simboliza a toda la sociedad.
¿Por qué no tiene el ensayo más público si, como dices, es algo que impregna a toda la sociedad?
Porque hay un problema de base educacional en España. El ensayo tiene que ver con la formación, y en las universidades (por lo menos en España), se lee muy poco. Se funciona aún como en el siglo XII, a base de apuntes. Ni Marisol ni yo somos quejicas, aportamos nuestros libros, no ponemos una pistola en la cabeza de nadie. La cultura son pequeñas aportaciones de las personas que hacen cosas. Tengo un amigo editor que siempre se está quejando de que nadie lee poesía en España, que le compran pocos libros. Ser editor para quejarte, es una tontería. Se es editor para disfrutar.
En Micromegas habéis puesto como tope sacar tres o cuatro títulos anuales y no poner un precio de más de 10 euros por libro…
Lo del dinero es muy importante para nosotros, porque somos mileuristas. Hacemos tres o cuatro libros porque es el dinero que podemos perder, y estamos en la frontera de morir (risas). Nos encantaría hacer seis o siete, pero no hay guita. Para nosotros era muy importante que fueran baratos, porque los libros son muy caros. A lo mejor soy un quejica en este tema, pero 25 euros me parece excesivo por un libro. La gente no tiene pasta, y queremos que con 10 euros te puedas comprar el libro, queremos que sea un lector como nosotros: pobre, pero con ganas de transformar la sociedad. Los ricos, que son unos cabrones, no nos van a comprar los libros porque están en sus casa con piscina, y no tiene libros. No hemos hecho la editorial para ganar pasta, y ojala tampoco perdamos.
Jorge Herralde decía en una entrevista que Amazon estaba matando el tejido editorial, ¿compartes su alarmismo?
Creo que sí. Puede ser muy destructivo, porque quita protagonismo a la librería tradicional, que no es solo la venta de libros, sino un sitio en el que se sigue apostando por la cultura. No estamos en Amazon y no nos interesa estar.
La libertad de ser pequeño
¿Cómo confeccionáis un libro desde el momento que le dais el OK al autor, hasta que sale de imprenta?
En nuestro caso, es un proceso muy sencillo porque estamos Marisol y yo solos. Nosotros lo recibimos, lo corregimos, preparamos la parte de edición y luego, nuestra diseñadora hace la portada. Desde que tenemos el manuscrito, hasta que sale el libro, es un proceso de un mes como mucho.
Ser una editorial pequeña, ¿te da la libertad de ser mucho más selectivo a la hora de publicar?
Claro, como tampoco tenemos el nerviosismo de tener que sacar cada mes, nos gusta tomarnos nuestro tiempo y que los libros nos motiven y nos parezcan interesantes. No buscamos libros muy teóricos, o tesinas soporíferas, por eso hay un trabajo subterráneo que consiste en ir viendo qué autores escriben ensayo en España, ir mandando mails a esa gente. Lo bueno que tenemos es que como ahora, las editoriales publican poco ensayo, podemos editar a autores de primera línea.
¿Pensáis editar narrativa?
No, nos quedamos con el ensayo. Aunque el mundo de la narrativa es maravilloso, creemos que ya hay mercado. Somos humildes, pero también tenemos ese punto de venirnos arriba y pensar que dentro de tres o cuatro años, podemos ser una editorial importante en España, con 14 o 15 títulos de primera división. Eso, con narrativa, nunca lo conseguiríamos, porque hay mastodontes, como Anagrama.
¿Crees que el papel, tal como lo conocemos, morirá?
No, seguro que no. Creo que al final, a los que nos gusta leer nos gustan los libros. No conozco a nadie que sea lector, y que no compre libros habitualmente. Aunque luego tenga un Kindle, pero creo que es distinto. El libro siempre lo tienes, y lo puedes prestar a un amigo, el Kindle es muy individualista. El mecanismo mental es distinto cuando lees en papel, que cuando lees en una pantalla. Para el ensayo, que es una lectura complicada en la que hay que estar muy encima, es mejor el libro.
¿Tienes buenas palabras, entonces, para el ebook?
Sí, no lo veo como sustitutivo, pero sí como algo muy bueno si te vas de viaje, y no te quieres echar siete u ocho libros en la maleta. Quizás hay un tipo de lectura, como más académica, que no tiene sentido hacerla en un libro. Pero creo que las novelas y determinados tipos de ensayo sí deben leerse en libros. Es una eterna lucha, porque vete a saber cómo acabaremos. El final del libro se viene anunciando desde finales del siglo XIX, cuando se inventaron los audiolibros, y se decía que los autores iban a optar por ese soporte. Tener los libros en casa, primero, te da muy buen rollo; y segundo, a veces, si quieres escribir sobre algo, tienes referencias para ayudarte que, a lo mejor tienes el ordenador, pero que visualmente no haces la conexión.
¿Qué te parece la autoedición?
Compré un libro de Bubok, de un autor que no encontraba en Murcia, y me parecieron muy feos en cuanto a diseño, muy cutres. Yo apoyo la autoedición, porque lo han hecho desde Galdós hasta a Azorín, pero creo que si te quieres hacer un libro, no deberías ir a Bubok, o a otra plataforma de autoedición, sino ir a una imprenta digital y hacerlo bonito.
Y a tenor de la autoedición, y hablando de los autores que aún no han publicado, ¿qué aconsejas que hagan para publicar?
Los caminos del señor son miles, pero lo primero que hay que tener es cabeza. Nosotros tenemos escrito en nuestra web que somos una editorial de ensayo sobre arte contemporáneo, y nos mandan a veces novelas de dragones o no sé qué. Debes conocer muy bien hacia dónde dirigirte. Si tú haces una novela de dragones, seguro que hay editoriales que les puede gustar.
¿Y se necesita padrino para publicar en editoriales grandes?
No, si eres bueno, no. Si eres malo, a lo mejor publicas gracias al padrino. Si tu trabajo está bien, llegarás seguro.
La Murcia «maravillosa»
¿Cómo valorarías la escena cultural murciana?
Muy bien, aunque creo que se ha pasado de un momento de mucha inversión pública, a un momento de mucha efervescencia privada, y puede dejar un poso, a medio plazo, muy interesante. Cada día sale gente que hace algo. Hace poco me llamo la atención la Feria de Ilustradores que se celebró en el Cuartel de Artillería, ¿cuántos ilustradores había? ¿60? Y habían 10 que me gustaron mucho. Lo mismo pasa en literatura, hay muy buenos autores. La gente se ha bajado del burro de pensar que te van a hacer la gran exposición, o el gran catálogo, y están empezando a andar con lo que hay, haciéndose su camino. Es triste que haya tan poca pasta para cultura, pero es lo que hay.
Parece que hay un potente germen emprendedor en Murcia…
Sí, en todos los campos. La gente de Zalacaín, con Los Lunes Literarios; Bea Miralles, que va a crear una editorial de poesía muy pequeñita… No creo que nos hayamos quedado muertos después del crack económico que ha sufrido la cultura.
Entrando ya en el mundo del arte, ¿por qué crees que no tuvo éxito el Manifesta 8?
Creo que era complicado, porque no hubo implicación, desde el principio, en la preparación con los agentes del terreno; y luego, en el fondo, la conexión con el norte de África era ficticia. Me parece que eran 190 artistas, y solo 10 eran africanos. Pienso que era una idea buena, pero mal desarrollada en el sentido de que no puedes pretender traer algo que puede que no se entienda.
¿Se necesitan más exposiciones de arte contemporáneo en la ciudad?
Ahora mismo hay pocas. La Conservera, por ejemplo, está en standby, pero creo que va a reabrir, al igual que Verónicas. Está el paño regular, por no decir mal. Lo único, la exposición de Duchamp, que es muy bonita y potente, pero hay poca actividad pública. Las galerías siguen bien, pero lo público ha pegado un bajón.
¿Siguen teniendo un buen futuro las galerías de las que hablas?
Creo que se seguirán manteniendo, aunque debe estar jodida la cosa. No quiero ni preguntar, pero debe de estar difícil. Nosotros somos una editorial de arte contemporáneo, nos interesan las ideas, pero muchas veces, tanto Marisol como yo somos muy críticos con las prácticas comerciales del arte porque, como ha habido una burbuja de la construcción, también la ha habido en los artistas. De repente, llegan artistas muy jóvenes, con un dibujo, y te piden 1000 euros, que es mi sueldo en un mes. Ahora los artistas están trabajando para un 5% de la población, que son los ricachones, en vez de intentar formular otros modos de comercialización en los que la gente pueda entrar.
Quizás, el precio de las obras es uno de los factores por los que el arte contemporáneo es tan minoritario, ¿no?
Creo que el arte tiene algo de mercado. Está claro que el arte medieval tampoco se podía comprar, pero estaba ahí, en las fachadas. Todos los años que voy a Arco disfruto como si fuera multimillonario. De hecho, tengo un amigo muy loco que todos los años va y dice que solo disfruta si va a comprar. Yo le respondo que cómo va a comprar, si no tiene un duro. Y él me dice que va cada año con la idea de que tiene una cantidad para gastarse, y se acerca con su libreta y su cámara de fotos. Inmortaliza la obra y la pone en un cuaderno al lado de su precio (18.000 euros, por ejemplo). El tío tiene una colección ficticia de la hostia. Por eso, a los que nos gusta el arte, disfrutamos en Arco aunque no tengamos un duro. No se trata solo de amueblar casa, que muchas veces es así, sino de amueblar las cabezas.
Hace poco leí Pulphead, de John Jeremiah Sullivan, y hay una frase que quiero dejar en el aire para que me digas qué te parece: “la vida es un melodrama, el arte es lo único real”.
Creo que tiene razón. La vida es muy loca, y muy cambiante, y a veces vas para abajo y otras para arriba. Pero, de repente, hay cosas que te ayudan a pensar que hay algo mejor, que hay algo verdadero. Son las madres (risas), pero también el arte. La cabeza no está solo para pensar, sino para soñar, y el arte entra en esta dimensión del sueño. El arte, cuando es bueno, no te hace solo más inteligente, sino también mejor persona y más resistente.
Estás preparando un libro sobre las peores esculturas de España…
Sí, llevo años con eso. Cuando era galerista viajaba mucho, y veía cada cosa… Es como en el cine que, a veces, ves películas tan malas que son sorprendentes. Lo muy bueno y lo muy malo se dan la mano. He visto en rotondas cosas tan malas, que he pensando que no era posible. Llevo tiempo archivando textos y fotos con la idea de hacer una guía de viajes. El problema es el tono, que no quiero que quede apocalíptico, quiero encontrar un tono de humor.
¿Cómo fue tu etapa como galerista? ¿Qué es ser galerista?
Es, en el fondo, muy raro: eres un vendedor de humo, literal, porque lo que vendes es una idea. El que lo compra es alguien que trabaja mucho y sabe que el artista es un soñador que lleva mejor vida. Es un intercambio simbólico del tiempo entre el que la compra y el artista. Al final creas una familia en la que muchos coleccionistas terminan siendo amigos, te invitan a su casa… Hay un componente muy emocional.
¿Cómo acabas llegando a Murcia?
Ya había venido bastantes veces, y me parecía un sitio muy bonito. Estaba como al otro lado de España, y cuando me divorcié pensé que era como comenzar una nueva vida. Considero que es una ciudad maravillosa. Yo vivía en Cáceres, que es mucho más pequeña, y a veces me faltaba el aire. En Murcia, rara es la semana en la que no hay dos o tres cosas a las que me apetece ir.
Siempre se dice que Murcia es un pueblo grande, ¿por qué no se ve fuera el potencial que tiene?
Murcia tiene mucho potencial, por ejemplo, en el campo editorial, es conocido en España. En los años en los que ha habido dinero, creo que sí ha habido una imagen muy buena, un cambio de imagen respecto al ‘Murcia, qué hermosa eres’. Además, hay un componente climático que no se puede obviar. Es una ciudad que te trae una primavera tan buena, que a la gente no la metes a leer en casa ni aunque la mates. Esa tradición callejera que tiene Murcia, marca tendencia.
14 al mes
Eres un lector empedernido, ¿cuántos libros lees al mes?
Leo como 14 libros al mes, porque lo apunto, que antes no lo hacía.
¿Y de dónde sacas los huecos para leer tanto?
Tú lo has dicho, huecos. No por tiempo, sino por las tentaciones de Facebook e Instagram. Yo me he obligado a tener esos huecos y no coger el portátil. Bajo a tomar café con un libro, leo en la cama… Es ponerse.
¿Por qué cada vez, las generaciones jóvenes, leen menos?
Creo que el día que lean los profesores de instituto, cambiarán las cosas. Por mi experiencia, los primeros que no leían eran mis profesores de instituto, que eran muy cenutrios. Si ellos no leen, ¿cómo van a inculcar a sus alumnos el amor por la lectura? Tú no puedes decirle a un joven: “lee”, si el joven ve que su profesor de Literatura no le interesa la Literatura. El día que se recupere la idea de la enseñanza, no como imposición, sino como ejemplo, las cosas cambiarán. También es importante que en las aulas se comente la lectura. Yo vengo de una educación tardofranquista, y se hacía algo muy friki, que eran las redacciones: sobre lo que uno había hecho en sus vacaciones, sobre sus intereses… Al final todos podíamos escribir un folio de lo que quisiéramos.
Dinos un autor y un libro que te haya cambiado la vida, o la forma de ver la vida.
Los hermanos Tanner, de Robert Walser. Nunca lo he querido volver a leer, porque yo era de una manera cuando entre el libro y al salir, era diferente. Es uno de esos libros que te cambian, que te hacen ver el mundo de otra manera. Me pasa con algunos libros, que me han gustado tanto que no quiero volverlo a tocar, como que me da miedo.
¿Qué te parece que hace unas semanas, el libro más vendido en España fuera el de Belén Esteban?
Me parece muy triste que la gente compre un libro tan malo, porque lo he ojeado y puedo decir que es malo. Yo creo que el que lo ha escrito no es mal escritor, pero que lo ha hecho así a posta, para que pueda cuadrar. Ha sido un negro bastante fino. Es lo que hay, y es contra lo que yo lucho, quiero que eso cambie, y por eso hemos hecho la editorial Marisol y yo. Que no se diga que no lo hemos intentado.
Entrevista: David Cano Gea
Fotografías: Lola Salinas
Lugar: Primero en su casa; luego, en el Parlamento Bar, calle del arquitecto Cerdán Martínez, Murcia
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ron tiene razón
entiendo vuestro proceder, pero algún día se sabrá no «quien» sino «qué» es este individuo
ojalá
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