Lidó Rico: «Mi obra no está hecha para los pocos que conocen a Walter Benjamin, está hecha para todos» (Parte I)
Este yeclano del ’68 es un hombre claro, comprometido con el Arte, tiene realmente muchas cosas que contar y reivindicar sin caer en la caricatura, usando un lenguaje subliminal y a la vez comprensible por el gran público. Hace trabajar las mentes con su obra. Actualmente expone Esculpir la idea, en la Sala Cajamurcia Belluga, e Histoire des hommes volants, en el Palacio del Almudí. Se licenció en Bellas Artes entre Valencia y París, y en estos 27 años de trabajo ha expuesto en toda España y el resto de Europa, en EEUU, Canadá, Japón, Perú, Colombia, México… Lidó Rico está a la cabeza de los artistas plásticos a nivel nacional y se le ha hecho justicia con estas dos exposiciones que abarcan su obra desde los años ’90 hasta la actualidad.
A pesar de su éxito nacional e internacionel, Lidó vive muy bien en Yecla, su pueblo natal, trabajando en medio de la nada, lo que para él es una necesidad. Se declara poco amante del ambiente del Arte, lo sectario y banal no va con él. Aquí os dejo sólo un adelanto de la entrevista de más de una hora que tuvo la generosidad de concederme, y que próximamente podréis leer.
¿Por qué decides dedicarte a las Bellas Artes, primero en Valencia, en San Carlos (1991), y después en París?
Uno no sabe muchas veces por qué hace las cosas, pienso que siempre he tenido algo que decir. Acabé la carrera de una forma un poco “marciana”, porque viendo unas notas me di cuenta de que había una asignatura, Paisaje, en quinto curso, y se me pusieron los pelos como escarpias, me pregunté: ¿pero yo qué paisaje voy a dar?, ¡estamos mediatizados hasta el último curso para fabricar funcionarios! Y directamente me fui a París para terminar la carrera. La cuestión es que allí estuve con Christian Boltanski en clase y era más de lo mismo. Es decir, era todo un “affeire a la manera de” y no me convencía. Y por un camino va el trabajo y por otro las galerías y el mundo institucional, pero yo siempre he pensado que tenía cosas que decir porque desde niño me emociona el Arte. Siempre me han pasado cosas de pequeño que me han puesto en alerta, nunca me he conformado con que me lo den masticado o estar mediatizado, ni con tener un jefe. Yo pienso que el Arte para mi es importante.
¿Has tenido algún antecedente artístico en la familia?
Nada, nada, eso ha sido un handicap muy gordo. Porque mi padre hubiera querido que fuera como mi hermano, asesor o abogado, más que nada por ver seguridad. Hasta que no empiezas a salir en los medios y te dedican páginas, no solo locales, también nacionales y a veces internacionales, no empiezan a preguntarse: ¿qué pasa con este, quizás es verdad lo que me está contando?
El encargo de la escultura para el pabellón de la Región de Murcia en la Expo’92, ¿fue un empuje en tu carrera?
Si…, bueno, no. Yo he visto a varios presidentes y consejeros de la Comunidad Autónoma de Murcia, llevo 27 años como profesional. La verdad que no fue un empuje, eso fue una casualidad por la que me seleccionaron para eso. Trabajaba entonces con lupas, el tema de alterar la realidad. Una lupa que pone a la realidad entre comillas siempre me ha parecido muy apetecible, el hecho es que los cuadros de los museos no dejan de ser cosas estáticas, lo único que se mueve es todo lo que hay en tu cabeza de lo que has leído sobre ellos.
¿Cómo era aquella obra?, refrescanos la memoria.
Cuando me comunicaron el encargo yo vivía en Colonia, estaba trabajando con las lupas, pasé por casualidad por un escaparate y vi algunas de ellas que utilizaban para televisiones. Yo pensaba que no las iba a poder tener en la vida, eran muy caras, y esa misma tarde me llamaron para encargarme esta pieza, directamente les di el teléfono de la tienda de Colonia. Hice la obra en base a las medidas de las lentes, pretendí representar el futuro de Murcia y el pasado, con el submarino Peral frente a mi pieza. Ese era el concepto político que te vendían. Al final ya sabes que en la política jamás puedes confiar y tienes que seguir luchando por ti mismo.
La pieza era un juego de lentes gigantes, que medían 10×4 metros, dispuestas como una onda del mar. Lo curioso era el juego conceptual, estaba situada en un lago frente a la puerta del pabellón, y la gente que pasaba interactuaba, porque los hacía grandes, pequeños… Encajaba perfectamente con una exposición que había hecho Rita García, en Valencia, que eran lupas que te ponían en paisajes imposibles.
La cuestión es que a la cabeza hay que darle alimento, y estamos muy mal educados. Si uno no disfruta con lo que hace y se apasiona no va a poder jugar con la gente, y a partir de ahí apasionarlos a ellos. Yo no creo en las distancias, no creo en la retórica, creo en las certezas. Soy pragmático, creo en lo que veo. Una persona que quiera trabajar en el Arte tiene que tener muy claro cuál es su voz, porque la mayoría se empeña en que todo está dicho, todo está pintado, y nada más lejos de la realidad.
Mi voz es que me interesa ese punto de alteración de la realidad, he seguido trabajando con lupas y cristales, con cavidades, convexidades, cera, siempre me interesa ese juego de distancias que se plantea cuando estás mirando una lente que consigues que sostenga una mano –por ejemplo en sus obras Reo I y II de su exposición Histoire des hommes volants- y la gente se acerca y lo ve inestable. Me interesa darle un punto de realidad a la vida, en la que nos consideramos que somos tan perfectos, y nada es menos acertado, somos blandos, siempre lo repito. Y lo blando es imprudente, impredecible y malo porque es caduco. Mi forma de trabajar es buscar esa solvencia mental que nos haga alejarnos de lo material, intentar buscar la hombre a través de metáforas o como sea…
Has expuesto y ganado premios en lugares tan dispares como Medellín (Colombia), Györ (Hungría), Alejandría (Egipto) y ahora en Murcia … ¿dónde crees que tu obra tiene mejor acogida?
Yo te diría que fuera, porque siempre es un aliciente cuando trabajas en otros países que la gente no te mida por lo que eres o dejas de ser, tú tienes un producto y es lo que la gente ve. Y también fuera te das cuenta de que el Arte está por encima de fronteras y de todo. Aquí en España estamos mediatizados, todo es sota, caballo y rey, son los mismos gerifaltes los que están en los mismo sitios y España es muy aburrida, muy predecible y no me interesa. En España no hay solvencia porque todo el mundo, las instituciones, tiene un discurso predecible, aburrido en el que se quita la ilusión de trabajar, metafóricamente es como cuando el agua está estancada, si no le das salida huele. Y eso es lo que pasa en España a todos los niveles a todos los niveles.
Hay una cosa que se llama respeto, y que mucha gente no conoce, y a mi me cuesta mucho verlo cuando conozco gente de los años ’90 y te das cuenta de que trabajan y luchan solos. Únicamente los que estamos peleando en primera línea sabemos lo que cuesta levantar una línea de curriculum, que un museo o una colección importante te compre. Eso la gente no lo valora, sólo los que estamos ahí pringando como cabrones sabemos lo duro que es. El tema en España es que los directores de museos se van fuera del país a buscar artistas. Eso pasa en Murcia, tienen un discurso totalmente obsoleto. Traen la obra de un extranjero y dicen que quieren poner a Murcia en el mapa, ¡por Dios y por la Virgen! ¿Cuándo cambiaréis ese discurso tan odioso y tan malo? -exclama Lidó con bastante razón, creo- Ese discurso casposo en el que no se tiene la suficiente capacidad mental para pensar que en Murcia debe haber alguien que se pueda exportar.
Vivimos en un mundo muy difícil –el del Arte-, sobre todo porque no hay empatía, la gente va con muchos complejos y luchar con esto es lo más difícil que hay. Te das cuenta que la única manera de sobrevivir en este mundo no es fagotizarte, que trabajes solo en el campo y con tu cuerpo, no significa que ignores temas que te afectan –se refiere a él mismo y a su forma de trabajo-. Para hablar de política no tienes que poner fotos de políticos, hay una cuestión subliminal por encima de eso y que te afecta directamente como persona y te hace reaccionar de una manera. A mi la guerra del Golfo Pérsico me pilló trabajando en Valencia a las cuatro de la mañana, y la caída de las torres gemelas me cogió en mi antiguo estudio de Yecla y eran las tres de la tarde. Yo soy un martillo pilón.
El mundo del Arte en Murcia es dramático, hemos sufrido con Pedro Alberto Cruz (N. del R: anterior consejero de Cultura) un deterioro cultural terrible, y lo de ahora es peor, lo de la señora Briones es algo totalmente sectario, que obvia todo lo que hay (N. del R: Marta Lopez-Briones Pérez-Pedrero. Directora General del Instituto de Industrias Culturales y Artes). Y a mi me hace gracia -dice irónocamente-, y quiero que si tienes que publicar esto lo hagas –me tranquiliza, es raro que alguien sea tan íntegro y hable con tanta honestidad sobre su punto de vista-, yo no estoy viendo eso de “siéntate y verás el cadáver de tu enemigo”, no, te das cuenta de la ineptitud y la insubstancialidad que manejan, lo que te venden es que no se lo creen ni ellos. Y lo que me fastidia es que encima los políticos le den bombo. Por favor, ¡en qué Región tan miserable vivimos! -dice Lidó con pesar-
Ya nos llevaron a la miseria cultural y esto ya es el remate, el sectarismo, y eso no lleva a ningún sitio. La gente tóxica tiene que desaparecer. Los políticos, porque la señora Briones es una política, no se tienen que dedicar a la Cultura, esta tiene que estar dirigida por gente capacitada, objetiva, de la Universidad. El otro –Pedro Alberto Cruz- ha sido un desastre para Murcia, una pérdida de ilusión, de arranque, de todo, eso fue onanismo y nepotismo puro y duro – se puede decir más alto, pero no más claro-
Y lo que más gracia me hace es cómo se subestima a la gente. El Arte que yo hago no está hecho para el 0’5% que sabe quién es Walter Benjamin, mi obra está hecha para las personas. Nos han alejado de la gente, los críticos y gerifaltes tienen su negocio y tienen que vivir y no dudo que tengan su espacio, pero come y deja comer, vive y deja vivir. Yo hago Arte desde lo que considero la emoción, a mi me interesan las personas y emocionar a la gente. A mi los eruditos y los críticos me dan igual. Hay críticos fantásticos, pero hay otros que son muy casposos, son piedras que antes o después se tendrán que mover.
Entrevista: Francisco Javier Nieto
Fotografía: Elena Merino
Lugar: Palacio del Almudí