Zidane nunca cenó ‘Olla Gitana’
La llamada de Miguel Ángel Hernández tenía que traer algo bueno. El padrino de Revista Magma nunca da malas noticias y esta vez, lo que tenía entre manos era una invitación a una Olla Gitana. Pero no fue en su casa, ni en un restaurante, no. La Olla Gitana de la que estoy hablando es algo más. Miguel Mesa, arquitecto, y Juan Carlos Ruiz, chef del Tiquismiquis, han unido sus fuerzas en pro de la cultura y llevan más de un mes cocinando a fuego lento una suerte de conversación cultural entre agentes del magma murciano que derrocha creatividad. El lugar también es un logro: el silencio de la Sala Verónicas atrapa el momento y allí, tienen significado hasta los silencios.
En la mesa de contrachapado, con la silueta de los cubiertos y platos pintado con esmero, nos reunimos Miguel Ángel Hernández, escritor y profesor de Historia del Arte; Raquel Sastre, cómica y guionista de televisión; Cristina Morano, diseñadora y poeta; Juana García, Licenciada en Historia del Arte y vocalista del grupo El Nuevo Acelerador; Rubén López, profesor de instituto y propietario de Action Cómics; Nuria Cánovas, actriz y profesora de la ESA; Ricardo García, arquitecto y profesor en la UPCT; y un servidor.
Con el cartel sabido y el no hay billetes colgado, la cena empezó con la idea del fin, que expuso Miguel Ángel Hernández. El fin, cómo terminar las cosas que empezamos, por qué buscamos siempre el final. Con el primer plato en la mesa, el tema fue virando de un lado a otro de la mesa, de un contertulio a otro. Algunos, aseguraban que las cosas que no terminaban, a veces, tenían su encanto, y ponían de ejemplo algunas novelas y series de televisión que dejaban finales abiertos, a gusto del consumidor.
Lo grande que tiene Olla Gitana es que no hay un órden, no hay que seguir un guión. Gracias a eso, quizás, la conversación fluyó desde la literatura de Bolaño y las canciones que nos marcan para toda la vida, hasta al fútbol. El azar hizo que toda la mesa fuera del Real Madrid. La Décima se consiguió, por lo que el fin, por lo menos para Florentino Pérez, ahora cobra algo más de sentido. Del deporte rey al próximo Rey, así de fácil. Hacia dos días que Juan Carlos I abdicaba a favor de su hijo y fue tema de conversación en la mesa número 21 de Olla Gitana. Todos republicanos. Convencidos. O eso parecía, la convicción nunca me gustó. Solo pedíamos una cosa, como dijo Rubén López: “A mí, con que no me roben…”.
La experiencia fue enriquecedora, como los gintonics posteriores en un pub del centro de Murcia. Gente de culo inquieto con ganas de marcha, activos de la cultura murciana que capean la crisis y los obstáculos con ideas, ilusión y amor por lo que hacen. A cada minuto, y fueron nada más que 120, aprendías algo nuevo, descubrías nuevos puntos de vista que hacían alterar tu punto de vista. Y todo de la mano del gran chef del Tiquismiquis, que hizo aún más amena la noche.
Y como el héroe trágico, que es el que verdaderamente mola, el que los que no somos del todo felices queremos ser, la cena terminó con la idea de que nadie se acordaría ya de Zidane si no hubiera acabado su carrera con un cabezazo a Materazzi. Quizás. Los impulsos son buenos y dejan, para bien o para mal, un poso en el recuerdo.
David Cano